Georgia está enfrentando actualmente un momento crucial en su panorama político, ya que los ciudadanos salen a las calles para expresar su fuerte oposición contra el creciente influjo ruso y un polémico proyecto de ley percibido como una amenaza a las libertades civiles. La propuesta de ley de 'agentes extranjeros', que ha provocado protestas generalizadas en la capital de Tbilisi, es vista por muchos como un movimiento que podría acercar a Georgia más a la órbita de Rusia y alejarla de sus aspiraciones europeas. Los manifestantes, soportando gases lacrimógenos y balas de goma, están unidos bajo la consigna ¡No a la ley rusa!, exigiendo un futuro alineado con los valores europeos en lugar del autoritarismo ruso.
Las preocupaciones planteadas por el público georgiano van más allá de una sola pieza de legislación. La presidenta Salomé Zourabichvili ha destacado el problema más amplio de la deriva del país hacia un estilo de gobierno al estilo ruso, indicando un problema arraigado con la dirección actual de la administración. Los críticos argumentan que el partido gobernante, Georgian Dream, ha estado llevando a la nación hacia un camino no democrático, recordando a la Rusia de Putin, generando alarmas sobre el futuro de la democracia en Georgia.
Se ha pedido a los gobiernos occidentales que adopten una postura más firme contra lo que se percibe como el influjo ruso que se cuela en Georgia. Los…
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